En las cinco décadas que duraron las hostilidades de la guerra, participaron una gran cantidad de personas tanto en el bando de los militares como en el, de los mayas.
Fue una guerra particularmente compleja, no sólo por su duración, movilidad e intereses en juego, sino también por la sucesión de actores y bandos en conflicto mismos que para finales del siglo XIX ya estaban marcadamente definidos en distintas facciones: los que luchaban por orden del gobierno junto con los que estaban a favor de las autoridades como los mayas “pacíficos”; en contra de, los mayas macehuales de Santa Cruz y sus simpatizantes, entre desertores del ejército, colonos ingleses, o bien chinos entre otros grupos sociales.
En ese amplio periodo se perdieron miles de vidas, de las que no se tiene registro exacto; ya fuera por efecto del ambiente bélico o por enfermedades propias de las circunstancias. De igual forma muchos, sufrieron sus consecuencias: unos terminaron siendo apresados, otros, esclavizados y muchos más, desplazados a la fuerza; mientras que otros, prefirieron huir de la violencia que ejercían los bandos en conflicto para refugiarse en lugares lejanos a la conflagración.
En el tiempo que duró la guerra, la vida cotidiana se desenvolvió en un ambiente adverso en donde de manera directa o bien indirecta los habitantes de la zona, al igual que el grueso de la población yucateca, padecieron los estragos de ese evento desafortunado.
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